En
tanto somos seres sociales y pensantes, cada cosa que hacemos, estemos
conscientes o no, lleva una determinada carga ideológica, así como una
postura de clase. Insisto: a veces no nos damos cuenta de ello y hasta
podemos estar convencidos de que lo que hacemos escapa a esas
intenciones, pero no: allí está esa especie de currículum oculto: Es
casi imposible que uno pueda ocultar lo que es y desde donde habla. De
allí la importancia de tomar conciencia de clase: eso le ayuda a uno a
tener congruencia entre lo que uno dice, y lo que uno hace. O entre lo
que uno piensa,
y lo que uno es. Vaya, en una niña pequeña medio se vale que se sienta
princesa de Disney y viva en un Fomerrey, pero en una adolescente ya es
patético, y en una adulta una actitud así (porque las hay, ¿no?) salta a
lo patológico, creo.
Hay
quien critica a la compañía Disney por sembrar una ideología en los
niños. Yo imagino que si lo hizo al principio, cuando Walt vivía, fue
sin querer: simplemente pregonaba
lo que él creía; la manera en que, desde su perspectiva, deberían de
ser las cosas. Ya después se murió Mr. Walt y sus descendientes se
dieron cuenta del enorme negocio que tenían en las manos y allí sí se
dedicaron a manipular a los niños no para ideologizarlos, imagino que
eso no les importaba gran cosa, sino simplemente para sacarles cada
centavo que se pudiera.
Corríjanme
si me equivoco: Creo que Disney no le ha sacado tanto dinero a los
niños varones, sino a las niñas. La mina de oro son el concepto
"princesas de Disney". Y lo curioso es que las protagonistas cambian
mucho de una época a otra. Hay, creo, una gran diferencia, entre
Blancanieves, Bella, Rampunzel. Responden a diferentes
sociedades, a diferentes ideales de mujer. O en todo caso muestran la
evolución que el concepto de mujer ha tenido en nuestra sociedad, creo. Y
lo curioso es que todas las princesas salen
de los cuentos fantásticos europeos, pero al adaptarlas al cine, de
alguna manera les insertan la mentalidad o el modelo conceptual
imperante en el momento en que se estrena la película; crean un
personaje que es lo que una niña espera ser en su momento.
Y
bueno, tiene días que pienso en La Bella y la Bestia. En el cuento
original, no precisamente en la versión de Disney. El argumento,
entiendo, viene de Apuleyo, y ha ido siendo adaptado en diferentes
épocas. La versión más conocida es la de Beaumont, escrita en 1756. El
argumento, según la Wikipedia, es el siguiente:
El mercader se dirigió hacia el puerto, pero el barco no había traído apenas nada para su dueño. Cabizbajo, el mercader volvió a su casa, pero fue sorprendido por una gran tormenta que le obligó a refugiarse en un enorme castillo, al parecer abandonado. El mercader recorre el castillo sin encontrar rastro de habitante alguno, a pesar de estar limpio y decorado.
Abandonando toda precaución, se dirige hacia la despensa y empieza a comer y beber hasta saciarse, pues estaba agotado de tan largo viaje. Después, encuentra una elegante cama en la que se acuesta a dormir. A la mañana siguiente se despierta y ve a su lado un rico traje nuevo junto a un desayuno. Agradecido, se dispone a marcharse a su casa cuando ve que en uno de los jardines hay rosas, y se dispone a cortar una para su Bella. Entonces aparece el dueño del castillo, que resulta ser una terrible bestia. Le reprocha que a cambio de su amable hospitalidad él se ha atrevido a robarle una rosa, y se dispone a darle muerte.
Esta es la historia de un rico mercader que tenía tres hijas. Dos de
ellas eran presuntuosas y vanidosas, y la menor, a la que por su belleza
llamaron Bella, era, sin embargo, humilde y bondadosa. Todas tenían
siempre pretendientes dispuestos a casarse con ellas. Pero mientras las
dos primeras rechazaban despectivamente a todos los candidatos, ya que
ansiaban casarse con un noble, Bella los recibía y conversaba con ellos,
aunque los rechazara cortésmente. Un golpe de mala fortuna hizo que el
mercader perdiera todas sus riquezas, por lo que todos los pretendientes
desaparecieron, ya que el dinero era el único motivo para casarse con
semejantes mujeres. Bella, sin embargo, siguió recibiendo proposiciones,
pero las siguió rechazando. Cierto día llegó la noticia de que uno de
los barcos del mercader había llegado a puerto con mercancías. Sus dos
hijas mayores le pidieron que les trajera joyas y vestidos, pero Bella
le dijo que solo con una rosa ya la haría feliz.
El mercader se dirigió hacia el puerto, pero el barco no había traído apenas nada para su dueño. Cabizbajo, el mercader volvió a su casa, pero fue sorprendido por una gran tormenta que le obligó a refugiarse en un enorme castillo, al parecer abandonado. El mercader recorre el castillo sin encontrar rastro de habitante alguno, a pesar de estar limpio y decorado.
Abandonando toda precaución, se dirige hacia la despensa y empieza a comer y beber hasta saciarse, pues estaba agotado de tan largo viaje. Después, encuentra una elegante cama en la que se acuesta a dormir. A la mañana siguiente se despierta y ve a su lado un rico traje nuevo junto a un desayuno. Agradecido, se dispone a marcharse a su casa cuando ve que en uno de los jardines hay rosas, y se dispone a cortar una para su Bella. Entonces aparece el dueño del castillo, que resulta ser una terrible bestia. Le reprocha que a cambio de su amable hospitalidad él se ha atrevido a robarle una rosa, y se dispone a darle muerte.
El mercader suplica por poder ver a sus hijas una última vez, a lo
que la bestia responde que puede marcharse para verlas una vez más, pero
a cambio tendrá que traer a una de ellas para que ocupe su lugar. El
mercader vuelve a su hogar y le explica lo acontecido a sus hijas, tras
lo cual Bella se ofrece para ocupar el lugar de su padre, para regocijo
de sus hermanas y desesperación de su anciano progenitor. Bella le
recuerda a su padre que las promesas se dan para cumplirse. Y que si
ella no hubiera pedido una rosa nada habría sucedido.
Se dirigió Bella hacia el castillo en compañía de su padre, esperando
una muerte segura. Sin embargo, una vez allí, la Bestia le concedió la
libertad a su padre exhortándole a no volver jamás. Y gentilmente llevó a
Bella a unos ricos aposentos, para que viviera toda su vida en el
castillo y nunca más pudiera volver a su hogar. A cambio le regaló un
espejo mágico para que le permitiera ver a su familia. Al cabo de un
tiempo la Bestia pidió a Bella que se casara con ella, pero Bella le
respondió que solamente le concedería su amistad.
Pasaron tres meses agradables en el castillo, donde la Bestia llenaba
de atenciones a Bella, y ella le correspondía con gestos de amistad.
Cierto día, Bella vio en su espejo mágico que su anciano padre estaba
muy enfermo, y rogó a la Bestia que le permitiera verlo una última vez, a
lo cual la Bestia se negó rotundamente. Pero poco después aceptó con la
condición de que Bella volviera tras una semana. Ella lo prometió
agradecida y partió hacia su hogar. Una vez allí, sus hermanas,
tristemente casadas con personas de bajo nivel, maquinaron una trampa
para que Bella estuviera en su casa más de siete días. Al darse cuenta
de que había roto su promesa, la muchacha parte rauda hacia el castillo y
encuentra a la Bestia tendida en la hierba, agonizando, por la tristeza
que le había causado la traición de Bella. Ella se arrodilla ante el
monstruo, que exhala ya sus últimos estertores de vida y, entre
lágrimas, le suplica que no muera, ya que le ama y quiere ser su esposa.
Al escuchar estas palabras, la Bestia se transforma mágicamente en un
bello príncipe, que a causa de la maldición de una bruja había sido
mutado en Bestia hasta que una mujer quisiera casarse con él.
Bella y el príncipe pasaron el resto de sus días felices en el
castillo, junto a su padre, mientras que las hermanas fueron
transformadas en estatuas, pero sin perder la consciencia, para que
fueran testigos de la felicidad de su hermana.
Yo entré en contacto con ese cuento cuando era un niño, en una versión rusa, que ahora puedes ver en Youtube:
Allí vas a la parte 2 y luego a la 3. O sea, que dura casi media hora, pero para mi gusto es muy bella (perdona, no está en español, pero habiendo leído el argumento creo que puedes entenderlo). Me impresiona la generosidad de la Bestia, en frases como "no eres una cautiva: puedes ir siempre que quieras", porque en buena medida esa es la medida del amor: no busca lo suyo, se sacrifica por el bien del ser amado. Y luego pensaba en que la historia de El fantasma de la ópera, King Kong, incluso la última película de Shreck, son variantes del mito de La bella y la Bestia, pero donde se maneja mejor esta idea es en King Kong, en la última versión, la de 2005. Hay una parte en que se dice:
“Y
he aquí que la bestia miró el rostro de la Bella. Y la bella detuvo su
mano. Y desde ese día en adelante, él fue como alguien ya muerto.”
Acaso
en ello radica la belleza de esa última versión de King Kong: en que a
diferencia de las otras, King Kong es muy consciente de que enamorarse
implica volverse vulnerable, y sabe que muere por eso, por enamorarse.
Se deja matar por amor. Corrígeme si estoy mal, pero ve esto, y ve la
mirada del gorilla:
Y casi al final se dice de manera explícita: "no fueron los aviones: fue la bella la que mató a la
bestia".
¿Por qué nos gusta tanto Shreck? ¿Por qué el éxito de la historia de la Bella y la Bestia, que sobrevive a los siglos, sin envejecer? Porque todos somos, de alguna manera, la Bestia, que está dispuesto a morir de amor, con la firme esperanza de encontrar a la Bella que lo rescate a uno, que... ¿Que vea en el interior de uno al príncipe que uno puede llegar a ser? Se me ocurre eso, pero no sé: ¿Qué piensas tú?
¿Por qué nos gusta tanto Shreck? ¿Por qué el éxito de la historia de la Bella y la Bestia, que sobrevive a los siglos, sin envejecer? Porque todos somos, de alguna manera, la Bestia, que está dispuesto a morir de amor, con la firme esperanza de encontrar a la Bella que lo rescate a uno, que... ¿Que vea en el interior de uno al príncipe que uno puede llegar a ser? Se me ocurre eso, pero no sé: ¿Qué piensas tú?
Debemos hacer algo en esta tierra porque en este planeta nos parieron y hay que arreglar las cosas de los hombres porque no somos ni pájaros ni perrosPablo Neruda, "No me lo pidan", 1959.
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