Hace poco tiempo, un gran amigo mío, Braulio González Vidaña, cumplía años. Me senté a escribirle una
nota de felicidades, y un pensamiento vino a mi mente: ¿Qué puedo
decirle que sea feliz? ¿Qué se le puede decir a alguien que vive en el
paraíso? Y pensé en ese bello poema de Edgar Allan Poe: "A alguien en el paraíso" (si quieres oírlo y leerlo, da clic aquí). O mejor dicho, el poema es muy malo, pero el título es hermoso, y da para pensar: ¿Qué puede
decirle alguien en el infierno, o en las miserables circunstancias que
esta tierra nos prodiga de manera harto generosa, a alguien cuya vida se desenvuelve en el
paraíso? Y entonces pensé que eso no era cierto; que en realidad nadie vive en el paraíso. O en todo caso no lo hace de
manera permanente: Todos tenemos una carga sobre nuestros hombros. A
algunos no se les ve, pero todos tenemos una carga sobre nuestros
hombros. Algunos parecen vivir en el paraíso, pero eso es sólo porque la
cargan que llevan es de otra índole, muchas veces invisible. Así que le
escribí la nota a Braulio y dejé que el tiempo siguiera corriendo,
mientras pensaba de continuo en esta idea: todos hemos vivido, pero
nadie de manera permanente, en el paraíso.
Y
claro, si tú ahorita estás en el paraíso, disfrútalo intensamente: incluso
en las mejores circunstancias la felicidad es un asunto agridulce e
increíblemente frágil.
Lo
cual me lleva a recordar que alguna vez alguien lleno de soberbia, y
con un deseo incontenible de presumir sus circunstancias, preguntó, en
medio de una reunión: "¿Qué tan lejos has viajado?" Lo pensé un momento,
y con voz neutra, dije: "Lo más lejos que he viajado es al cielo, sin
salir de mi habitación, y al infierno, sin abandonar las paredes de mi
mente" y, luego de pensarlo un momento, añadí: "o de mi corazón". Y estoy seguro que toda persona que ha vivido lo suficiente está de acuerdo conmigo.
Nadie está por encima de sus circunstancias, pero a veces lo que sucede
en nuestro interior es tan intenso, que está muy por encima de nuestras
circunstancias.
Esto,
creo, es muy importante. Permítanme repetirlo: Las circunstancias nos
delimitan y determinan (¡qué terrible esto que acabo de decir!), pero,
por encima de ello está nuestro interior, nuestra voluntad, nuestro
albedrío, si así lo deseamos.
En los últimos meses he tenido una larga discusión de muchos capítulos,
en donde el tema central ha sido, palabras más, palabras menos, "a
veces el amor no basta para paliar las diferencias cuando éstas son
fundamentales". Yo no sé si le diste clic en la liga pasada. Pero ahora
sí te pido que des clic en la liga de abajo y leas el relato completo:
Claro, acaso hay quien no quiso leer el relato, y entonces cito este fragmento del relato:
"El otro lo miró con recelo. Dijo con voz distinta:
-Pero, ¿hay una meta?
Paracelso se rió.
-Mis
detractores, que no son menos numerosos que estúpidos, dicen que no y
me llaman un impostor. No les doy la razón, pero no es imposible que sea
un iluso. Sé que "hay" un Camino."
Sin aburrirte con Fromm, puedo
decirte que hay muchos tipos de "amor", muchos tipos de "fe". Hay,
incluso, muchos Jesucristos, y no todos se perecen en realidad al que
muestran y del que testifican los evangelios. Hay aproximaciones,
semejanzas, charlatanerías, pero para la verdadera fe, para la verdadera
fuerza de voluntad, para el verdadero amor, no hay límites, ni
imposibles, ni circunstancias inabatibles.
No conocía a este pintor, Denis
Van Alsloot. Ignoro cuáles fueron sus circunstancias, pero sé que no
vivió, no perennemente, en el paraíso. Y, sin embargo, sé que tuvo la
habilidad de transmitirnos un poco su paraíso personal. En pinturas como "paisaje de invierno", o "descanso en el camino a Egipto", nos eleva
a su paraíso, independientemente de nuestras circunstancias. Y eso es
glorioso, o eso es arte, o acaso por ello el arte es glorioso. Que
también tú puedas llevar a alguien continuamente a tus momentos (que
ojalá sean numerosos y duraderos) en el paraíso:
Óscar Pech Lara
Debemos hacer algo en esta tierra porque en este planeta nos parieron y hay que arreglar las cosas de los hombres porque no somos ni pájaros ni perros
Debemos hacer algo en esta tierra porque en este planeta nos parieron y hay que arreglar las cosas de los hombres porque no somos ni pájaros ni perros
Pablo Neruda, "No me lo pidan", 1959.
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