El Élder Élder Neil L. Andersen, nos cuenta la siguiente historia, digna de recordarse siempre:
Nuestra familia vivió durante muchos años en el estado de
Florida. Debido a la alta concentración de arena que hay en este estado, el
césped es de un tipo de hoja ancha al que llamamos San Agustín. Un enemigo
monumental del césped de Florida es un pequeño insecto marrón llamado grillo
cebollero.
Una tarde mientras mi vecino y yo estábamos frente a la
casa, nos fijamos en un bichito pequeño que cruzaba la acera. “Será mejor que
fumigues el césped”, me advirtió mi vecino. “Ese es un grillo cebollero”. No
hacía demasiadas semanas que lo había fumigado, y no pensaba que tuviera ni el
tiempo ni el dinero para volverlo a hacer tan pronto.
A la mañana siguiente examiné el césped, el cual estaba
frondoso y de un verde muy bonito. Observé si podía ver alguno de esos pequeños
insectos, pero no pude ver ninguno. Recuerdo que pensé: “Bueno, quizás aquel
pequeño grillo cebollero pasó por mi jardín en camino al de mis vecinos”.
Observé el césped por más de una semana buscando señales de
invasores, pero no había ninguna apreciable; y me felicité por no haber hecho
caso del consejo de mi vecino.
La anécdota, sin embargo, tiene un final triste. Al salir de
casa una mañana, unos diez días después de la conversación con mi vecino, vi,
con horror, como si hubiese ocurrido durante la noche, que el césped estaba
cubierto de manchas color marrón. Fui entonces a toda prisa a comprar
insecticida y lo apliqué de inmediato, pero era demasiado tarde. El césped se
había arruinado y para restaurarlo a su estado anterior fue necesario plantar
más césped, largas horas de trabajo y un gran gasto.
La advertencia de mi vecino había sido fundamental con
respecto al césped. Él vio lo que yo no veía; sabía algo que yo no sabía: que
esa clase de grillos viven bajo tierra y se movilizan sólo de noche, por lo que
mis inspecciones diurnas no sirvieron de nada. El también sabía que esos
insectos no se comen las briznas del césped, sino que se alimentan de las
raíces de éste. Y sabía que esas pequeñas criaturas de dos centímetros y medio
de largo comerían muchas raíces antes de que yo viese el efecto de ello a flor
de tierra. Pagué un precio muy alto por mi petulante independencia.
Vivimos en una época magnífica donde las bendiciones de las
que gozamos son suntuosas y exuberantes. Con fe en el Salvador y obediencia a
los mandamientos podemos llenar nuestra vida de satisfacción y regocijo.
Pero en estos tiempos de tanta belleza, las dificultades que
hallamos al escoger servir al Señor son más sutiles que las de épocas
anteriores, aunque sin duda son igual de frecuentes en el ámbito espiritual.
Hay grillos espirituales que horadan por debajo de nuestros muros de protección
e invaden nuestras delicadas raíces. Muchos de esos “insectos” de maldad
parecen pequeños y, a veces, son casi invisibles. Si no los combatimos, harán
daño e intentarán destruir lo que es más valioso para nosotros.
Las advertencias de los profetas y apóstoles siempre los
llevan a hablar del hogar y de la familia.
Élder Neil L. Andersen, “Los Profetas Y Los Grillos
Cebolleros Espirituales”. En Liahona,
octubre de 1998
Se graduó de la Universidad Brigham Young, donde fue un Becario Hinckley. También obtuvo una maestría en administración de negocios de la Universidad de Harvard. Luego de terminar sus estudios, se estableció en Tampa, Florida, donde sus negocios abarcaban la publicidad, el desarrollo de bienes raíces y la asistencia médica.
Comentarios