Isaías capítulo 1


Dice en 1 Nefi 19, en la traducción anterior a la que ahora tenemos:
23 Y les leí muchas cosas que estaban escritas en los libros de Moisés; pero a fin de convencerlos más plenamente de que creyeran en el Señor su Redentor, les leí lo que escribió el profeta Isaías; porque apliqué todas las Escrituras a nosotros mismos para nuestro provecho e instrucción.
Yo creo que cuando alguien inicia su lectura del libro de Isaías, debe hacerlo pensando en eso: en que el propósito fundamental de Isaías era que aumentáramos nuestra fe en el Salvador. Y lo mismo: la primera vez que Jacob aparece en el Libro de Mormón, en 2 Nefi 6, lo hace diciendo:
4 Y ahora bien, he aquí, quisiera hablaros acerca de cosas que son y que están por venir; por tanto, os leeré las palabras de Isaías. Y son las palabras que mi hermano ha deseado que os declare. Y os hablo para vuestro bien, para que conozcáis y glorifiquéis el nombre de vuestro Dios.
Luego entonces, Isaías nos habla de las cosas que están por venir, y también está este comentario singular: Leer a Isaías nos sirve “para que conozcáis y glorifiquéis el nombre de vuestro Dios”. Con estos antecedentes, entremos a Isaías 1.
1 Visión de Isaías hijo de Amoz, la cual vio acerca de Judá y de Jerusalén en los días de Uzías, de Jotam, de Acaz y de Ezequías, reyes de Judá.
Este versículo nos sirve (o debería servirnos) para darnos contexto: 1. De qué se trata esto (es una visión o serie de visiones: este libro es un mensaje divino); quién es el autor (Isaías hijo de Amoz) dónde vivía él (en Judá, específicamente en Jerusalén) y bajo qué reyes sirvió (en los días de Uzías, de Jotam, de Acaz y de Ezequías, reyes de Judá), es decir, allá por el 740 a.C.
2 Oíd, cielos, y escucha tú, tierra, porque habla Jehová: Crie hijos y los engrandecí, pero ellos se rebelaron contra mí.
Me llama mucho la atención que el mensaje de Isaías inicie con estos dos verbos: “oíd”, y “escuchad”, que es como inician muchas secciones de D. y C. “Escuchad”, para mí, implica una actitud de humildad, así como un llamado a tener la disposición a ser enseñado, así como a reflexionar en aquello que se nos pide que escuchemos.
Igual: yo creo que en las Escrituras importa mucho entender a quién se está dirigiendo el autor. En este caso en particular, Isaías habla a miembros y no miembros; a los de su tiempo, y a nosotros:
3 El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor, pero Israel no conoce; mi pueblo no entiende.
Heráclito –—quien habría fracasado como diplomático–— dijo en su fragmento nueve: “Los asnos preferirían más bien la paja al oro”. Y casi al mismo tiempo, en la lejana China, Ji–kiang (Ta–Hio 3:2) aseveraba que “El hombre es el más inteligente de los seres, pero si él no pudiera escoger el bien supremo, para situarse en él, no sería ni siquiera tan inteligente como el pájaro”. Y en esencia los tres autores nos dicen lo mismo: el hombre es menos inteligente que un asno o un buey.
Pero no cualquier hombre: Isaías se refiere a Israel. Y aquí quiero detenerme un momento.

Jacob e Israel

¿Quién es Israel? Creo que habría que empezar por señalar que Israel es, y no es Jacob. Jacob es el nieto de Abraham: la persona por quien viene el linaje del pueblo del Señor: la parte biológica que contendrá, por derecho, el convenio. En Génesis 32 leemos cómo Jacob tuvo una lucha espiritual que duró toda la noche al lado del Señor (aunque en el v. 24 dice que eran “un varón”, en el v. 30 dice que era el Señor), y aunque no se nos dice exactamente qué pasó en esa singular ocasión, sabemos que gracias a esa experiencia, Jacob hizo un convenio directamente con el Señor y recibió un nombre nuevo: Israel. En ese sentido, Jacob e Israel son la misma persona, pero con una delgada línea que separa a uno y otro: Israel es quien ha hecho convenio con el Señor. En el caso de él, me imagino que él ya nunca permitió que le llamaran Jacob. Pero en el futuro, siempre que los profetas se referían a la descendencia biológica de él, nos llamaban “Jacob”, mientras que cuando hablaban de su descendencia “espiritual”, (es decir, aquellos que han aceptado el evangelio, desciendan o no de Abraham) en grupo se nos llama Israel.
Específicamente, cuando Isaías habla del Israel de los últimos días, se refiere a los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Mientras que cuando se refiere a Jacob, está hablando de aquellos que son sus descendientes literales, de sangre, en estos últimos días. Esto es muy importante para entender las profecías de Isaías respecto a los últimos días. Es decir (y perdona si esto suena muy fuerte) casi siempre las 10 tribus no cuentan. A la tribu de Efraín se le llama así: Efraín, o si se refiere a los judíos, se habla de Judá. ¿Y entonces quiénes son “Jacob”? La única opción que podría ser, es los lamanitas, porque hay grandes promesas para los lamanitas en los últimos días. En la introducción dije que yo sentía que Isaías era ancestro de Lehi, y es porque muchísimo de lo que escribió Isaías es para nosotros, los lamanitas. Así que bueno: hay que considerar esto muy bien: prácticamente toda vez que Isaías habla de “Jacob”, está hablando de nosotros, el pueblo lamanita. Creo que esa es la primera clave interpretativa de verdad muy importante para entender a Isaías.
Por lo demás (no voy a comentar versículo por versículo), me asombra que en todo el Libro de Mormón, al citar a Isaías, no se citen estos versículos:
16 Lavaos, limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo.
17 Aprended a hacer el bien; buscad el juicio, socorred al oprimido; haced justicia al huérfano, abogad por la viuda.
18 Venid ahora, dice Jehová, y razonemos juntos: aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.
19 Si queréis y escucháis, comeréis lo bueno de la tierra;
Hay mucha esperanza en esos versículos. Sobre todo en el último: lo que le importa al Padre son nuestros deseos personales. Así que si lo deseamos, y si estamos dispuestos a escuchar, en el sentido que se mencionó arriba, gozaremos de las bendiciones que el Padre tiene para nosotros.

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