Isaías 2.
Alguna vez mi hermano dijo: ¿Por qué puso Nefi a Isaías en el Libro de
Mormón, si era tan difícil escribir sobre planchas? ¿No era más fácil pedir que
uno fuera a leer Isaías y ya? Confieso que en ese momento no supe qué
contestarle, y me quedé así, pensando por mucho tiempo, hasta que me di a la
tarea de leer ambos textos, comparando a ambos. Entonces vi que había buenas
diferencias entre Isaías y 2 Nefi, y que de hecho es mucho mejor leer Isaías en
2 Nefi, que en el Antiguo Testamento. De hecho, hasta mucho después vi que 2
Nefi 12:2, en la nota b se lee: “En los capítulos del 12 al 24 de 2 Nefi, Nefi
cita de las planchas de bronce los capítulos del 2-14 de Isaías. Hay algunas
diferencias en el texto, en las cuales el lector debe fijarse”.
Por lo mismo, estos primeros capítulos creo que vale la pena leerlos
mejor directamente de las planchas de bronce, es decir, de la versión que nos
ofrece el Libro de Mormón. El capítulo inicia con esta profecía:
2 Y acontecerá en los postreros días que será establecido el monte de la
casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y
correrán a él todas las naciones.
Aquí Isaías es muy claro del tiempo a que se refiere el cumplimiento de
esta profecía: “en los postreros días”, es decir, nuestros días. Entonces “el
monte de la casa de Jehová) es decir, el templo, será exaltado sobre “los
collados”. En realidad no tenemos una razón fehaciente para decir que esta
expresión se refiera a “los collados eternos”, pero por contexto, veremos que
corresponde. “Los collados eternos es una frase que se encuentra en Génesis
49:26:
26 Las bendiciones de tu padre
fueron mayores que las bendiciones de mis progenitores;
hasta el término de los collados eternos
serán sobre la cabeza de José,
y sobre la coronilla del consagrado de entre sus hermanos.
Y se refiere al hecho de que la descendencia de José, hijo de Jacob, se
extenderían en esa tierra singular, la de los collados eternos, y que
entendemos que es una cadena montañosa que va desde Alaska hasta la tierra del
fuego, recibiendo en su camino varios nombres: las Montañas Rocosas, la cadena
Costera, la sierra Madre Occidental, sierra Madre del Sur, la Cordillera
Centroamericana, y los Andes. Por eso la idea de “Collados eternos”, porque van
prácticamente del polo norte, al polo sur.
Significativamente, cuando Moisés da una última bendición a cada tribu, a
la tribu de José le bendice con lo siguiente (Deuteronomio 33):
15 y con lo mejor de los montes antiguos,
y con lo mejor de los collados eternos,
Vaya: queda claro que “los collados eternos” son tierra especial para los
descendientes de José. La tercera y última ocasión en que aparece ese concepto
en las Escrituras es en D. y C. 133, donde se lee que cuando regresen las 10
tribus perdidas, ellos:
30 Y traerán sus ricos tesoros a los hijos de Efraín, mis siervos.
31 Y los confines de los collados
eternos temblarán ante su presencia.
Así que ese templo de que habla Isaías 2, se establecería en estos
collados (un templo hecho por la descendencia de José, por lo mismo), “y correrán
a él todas las naciones”. Yo tuve el privilegio de escuchar de boca del
Presidente Gordon B. Hinckley que esa profecía se refería específicamente al
templo de Lago Salado y que, en efecto, cada seis meses de “todas las naciones”
venían hermanos hambrientos de instrucción y guía, a congregarse y dar
cumplimiento a esta profecía. Como dice el v. 3:
3 Y vendrán muchos pueblos y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová,
a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará acerca de sus caminos, y
caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la
palabra de Jehová.
La parte final es una profecía que todavía no se cumple. Élder McConkie
decía que en el milenio el mundo va a tener dos capitales: una será Jerusalén (la
capital espiritual) y Sión, en el condado de Jackson en Misuri, la capital
civil. No sé si esto será así: la verdad es que cada vez más, todo mundo se
siente autorizado a corregirle la plana a élder McConkie, pero bueno: al menos
en esto me hace mucho sentido. Y luego viene el v. 4, que ahí sí es claro que
está hablando acerca del milenio:
4 Y juzgará entre las naciones y reprenderá a muchos pueblos; y forjarán
sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación
contra nación ni se adiestrarán más para la guerra.
Y entonces Isaías se refiere por primera vez a “la casa de Jacob” y, de
nuevo, si entiendo bien las escrituras, se refiere a los lamanitas en los
últimos días. ¿Qué dice de nuestro pueblo?
5 Venid, oh casa de Jacob, y caminemos a la luz del Señor; sí, venid, porque
todos os habéis descarriado, cada cual por sus sendas de maldad.
6 Por lo que tú, oh Señor, has desamparado a tu pueblo, la casa de Jacob, porque llenos están
de los modos de oriente, y escuchan a los agoreros como los filisteos, y con
los hijos de extranjeros se enlazan.
7 Su tierra también está llena de plata y oro, sus tesoros no tienen fin;
también su tierra está llena de caballos, y sus carros son sin número.
8 Su tierra también está llena de ídolos; adoran la obra de sus propias
manos, aquello que han hecho sus mismos dedos.
Si estuviera hablando de la Iglesia, estaría diciendo que la Iglesia de
Jesucristo de los Santos de los Últimos Días está en apostasía, y creo que no
va por allí, ¿no? Pero sí creo que en general el pueblo lamanita en nuestros
días, y que esa es la causa por la que el Señor ha desamparo a éste, su pueblo.
En el Libro de Mormón dice que “los modos de oriente” (nota de pie de
página del v. 6) es estar “llenos de enseñanzas y creencias extranjeras”. Es
decir, implica el mezclar las filosofías del mundo con las Escrituras. Insisto:
creo que sí está hablando más acerca del pueblo lamanita, que de los miembros
de la Iglesia, ¿no?
Ahora, si me lo permites, salto hasta el versículo 17. Allí se lee:
17 Y la altivez del hombre será abatida, humillada será la soberbia de
los hombres; y solo el Señor será ensalzado en aquel día.
Aquí hay una clave interpretativa muy importante para entender Isaías.
Nunca es preciso o exacto, pero sí es muy importante. Cuando Isaías dice “En
aquel día”, siempre se está refiriendo a una de tres:
a)
A nuestros días: los días previos a la Segunda
Venida.
b)
A propiamente la Segunda Venida
c)
A los días del milenio.
En ese sentido, las profecías de los vv. 17 al 22 corresponden a los
momentos justo antes de la Segunda Venida. Y ya: esos serían mis comentarios de
Isaías 2. Ojalá te sean de utilidad.
Comentarios
Muy de acuerdo con tus palabras. Muchísimas Gracias y recibe un fuerte abrazo mi buen y estimado.