Tiempos modernos

Mi adolescencia fue increíblemente atípica: por una parte mi pasión por leer, por otra la pobreza extrema: el tener qué trabajar hizo que pasara la adolescencia sin amigos de mi edad: sólo compañeros de trabajo, que eran mayores que yo. Luego vino el internado, conocí a Javier Padilla y mi vida cambió. Conocí a Yuri y mi vida cambió todavía un poco más. Durante muchos años mi vida fue como el club de Toby, donde no había mujeres y mis amigos todos eran varones. Salí de la adolescencia vivo y cuerdo, y aquí estoy, pero ciertamente me queda ese regusto: me forjé a mí mismo sin imagen paterna, sin una familia común, y sin un sentido del cómo educar.

Pero siempre, observador como soy, analizaba la manera en que los padres de mis amigos los trataban: uno es fruto de su tiempo, y mi época era más estable que la actual. Crecí en un mundo más sano, más seguro, menos abrupto en sus cambios, donde existía la certeza de que habría un futuro para todos y de que uno podía "llegar a ser alguien en la vida", si en verdad se lo proponía.

Miro al mundo actual y pienso que se parece cada vez más a Ciudad Gótica, y los valores de la juventud contemporánea son la riqueza, el poder, la inmediatez. El ser humano se ha vuelto un medio, un objeto de uso, no un fin en sí mismo. Mi hermano el hombre ha perdido su valor ante los ojos de sus semejantes.

Y en medio de ese mundo debemos criar a nuestros hijos. En medio de todo ello, tratamos de que los valores que les transmitimos estén fundados en principios, lo cual es una labor muy seria, porque vivimos en tiempos peligrosos.

Una virtud, cualquier virtud, si la torcemos un poquito, se vuelve un vicio. Albedrío, Responsabilidad, Tolerancia. Si perdemos de vista, aunque sea un poquito, el punto de referencia, nos perdemos por completo y a nuestros hijos junto con nosotros. Ayer encontré esta noticia. De momento no supe si compartirla o no, y sólo la compartí con Menry, pero luego me quedé pensando, y creo que vale la pena compartirla tanto como se pueda. Léela y luego, si quieres, me sigues leyendo.


http://www.eluniversal.com.mx/sociedad/4570.html

Yo no sé si se nota, pero creo que hay ciertas influencias que no podemos permitir en el hogar. El alcohol, por ejemplo. El que los hijos asistan a ciertos lugares, el que frecuenten cierto tipo de amistades, el que llenen su mente con ciertas ideas. Uno debe tener cuidado de qué entra en el hogar, y de dónde están cuando están fuera del hogar. Y no hablo de encerrar a los hijos en una burbuja de cristal, no: eso a la larga les haría más daño. Creo que la solución más bien es crearles una armadura hecha de verdades, de principios. Un escudo protector que consiste en una comunicación franca y abierta con sus padres.

Son cosas que se me ocurren, y lo comparto, incluso cuando sé que muy probablemente ustedes tienen algunas ideas todavía mejores (si quieren compartirlas, siempre son bien venidas). Les dejo, que en breve iniciará mi jornada laboral:


Óscar Pech
 
"In the faces of men and women I see God"
Walt Whitman, from Leaves of Grass

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