Barba Azul

Se cuenta que alguna vez dijo Albert Einstein: "Si quiere que sus hijos sean brillantes, léales cuentos de hadas. Si quiere que sean aún más brillantes, léales más cuentos de hadas". Ignoro si la leyenda es cierta o no, pero lo cierto es que siempre hay un encanto en los cuentos de hadas que los vuelve atemporales acaso porque, como no tienen autor, representan la psique de toda la humanidad.

Sin embargo, hoy quiero hablar de un cuento con autor, lo cual, de entrada, me pone en un problema: Hay quien cree que la creación literaria es una mera proyección de la vida del autor. Descreo de ello. Incluso sólo de una manera indirecta se puede decir que la creación de una persona sea una proyección de su interior. A veces simplemente llega una idea, y uno en buena medida es sólo el medio por el que se expresan los personajes. No creo que la vida de Allan Poe se parezca a sus cuentos, ni pasa lo mismo con Oscar Wilde, cuya vida acaso no sonrojaría a Marcial Maciel, pero tal vez se le parecería un poco. Una persona siempre es, como persona, mejor o peor que su obra. Pero hay quien ve la Literatura como un medio para obtener algo, y entonces su obra se vuelve una mera sombra de determinadas circunstancias. Ese es el caso de Barba Azul. Por lo mismo, voy primero la vida del autor:

Charles Perrault nace el 12 de enero de 1628. Quien estudia su vida ve a un burgués que sin pena ni gloria, de manera más bien monótona, encuentra la manera de sobrevivir de la mejor manera posible y sin grandes aspiraciones en una Francia políticamente inestable. Hombre culto, descubre el encanto de la medianía y el contentamiento y con ello establece una vida donde nunca se compromete, escribe para la fama, no para el goce estético, vive de hacer odas al rey de Francia y así, sin grandes aspiraciones, logra una posición cómoda: una de esas vidas como de burócrata, que hacen que uno sea olvidado a la década de la muerte de uno. Sería un absoluto desconocido si no fuera porque cuando tiene 44 se casa y luego, en el sexto año de su matrimonio, muere su esposa y le deja cuatro niños pequeñitos. Una tragedia terrible. Entonces Perrault deja su puesto en la corte y se dedica más bien a la crianza de sus hijos. No quiero imaginarme lo que será criar cuatro niños de menos de cinco años cuando uno ya está en los cincuenta, pero sin duda eso fue una excelente elección no sólo para sus hijos y su vida como para la Literatura. Cinco años después había escrito el libro que le daría la fama: Historias o Cuentos del pasado, más conocido como Los cuentos de la mamá Oca (por la imagen que ilustraba su tapa).

Toda su vida la había vivido de escribir por encargo para el rey. Aquí también su creación es utilitaria, pero al mismo tiempo hay algo de él allí: no se trata del frío discurso encomiástico y apologético, de la loa rampante, sino que ahora escribía pensando en sus hijos y, como sucede tantas veces, al crear, sin estar consciente de ello, estaba dando origen a un género hasta entonces no explotado: el de los cuentos de hadas. A ese libro debemos Pulgarcito, La bella Durmiente, La Cenicienta, El gato con botas, Caperucita Roja y, claro, Barba Azul, que es el cuento del que hoy quiero hablar.

Mucho de lo que se encuentra en el libro es una mera compilación de historias contadas de modo anónimo por la voz del pueblo, a diferencia de lo que haría después Hans Christian Andersen, que escribiría El patito feo, El soldadito de plomo y otros cuentos como una manera de exorcizar sucesos de un pasado doloroso; es decir, que Perrault escribió más o menos a semejanza de lo que más de un siglo después harían los Hermanos Grimm con Blancanieves, Hansel y Gretel, Los tres pelos del diablo, etc., salvo que nuestro autor no tenía la visión antropológica del los Grimm (cien años es mucha distancia en la historia de la cultura) y re-crea los cuentos populares, poniéndolos "al nivel" de los niños.

Por lo mismo, al menos a mí, me gustaría saber cómo eran los cuentos de hadas antes de que pasaran por sus manos. "Adaptar" una obra para ponerla "al nivel" de los niños siempre me ha parecido la peor forma de adulterar la Literatura, y acaso por ello abomino cada vez más de Disney, que sistemáticamente adultera todo lo que toca. Por cierto que hoy, por casualidad, encuentro esta nota que viene ad hoc:
http://de10.com.mx/6853.html

Y vuelvo a lo mismo: hay adultos que tratan de "proteger" la mente de los niños evitándoles el contacto con la "cruda" realidad, ignorando que los niños diariamente tienen contacto con la misma. Cuando yo estaba en Tercer año de primaria cantábamos una canción (qué lástima que por este medio no pueda grabar mi voz, para que escuchen la tonada, que no deja de ser muy alegre, en contraste con lo macabro de la letra), que decía:
Nacho, borracho, mató a su mujer.
Le sacó las tripas y las fue a vender.
Nadie las quiso porque eran de mujer
y el pobre de Nacho se las tuvo que comer.

Era divertido, no había pesadillas, uno asumía las cosas, como asumía las grotescas clases de sexualidad que nos daban los perros callejeros, clases que en esos años nunca nos daban los adultos. Pero bueno, esa es otra historia: el hecho es que Perrault nos cuenta Barba Azul, sin que podamos conocer lo que hay detrás de la historia, la versión original. El cuento se basa en la historia de Gilles de Rais, un asesino serial del Siglo XV interesantísima y que, a quien le interese, puede leerla dando clic aquí (sí, sí, más de uno ya se está quejando de mis fuentes: la Wikipedia. Y, sin embargo, después de leer muchas fuentes acerca de la vida de este hombre, créanme que la menos morbosa de todos, la menos exagerada, la más centrada resultó esa, la de la Wikipedia). De cualquier manera, para quien no tenga el tiempo doy un breve resumen: se trata de un hombre noble pero tan enfermo como lo que vemos en el S. XXI, hace "pactos" con el diablo, le da por matar jovencitos y luego cometer los actos de veras más enfermos que uno se pueda imaginar. Así que bueno, un noble esquizofrénico que tortura, viola, mata y luego comete actos de necrofilia con más de doscientos niños imagino que daba para muchas historias en aquellos siglos. Su barba era tan negra que emitía reflejos azulados y él mismo se hizo llamar Barba Azul. No me aterroriza ningún color, pero de cualquier forma me puedo imaginar a más de una abuela, nana, o tía diciendo a un grupo de niños: "Si no se portan bien, si no se comen la comida, si no se callan, va a venir Barba Azul y se los va llevar". Algo así como el equivalente de hace seis siglos del viejo del costal, el robachicos, el loco del cuchillo, etc.

Para mí es evidente (pero claro, sólo soy un padre de familia que escribe acerca de un padre de familia que escribe para unos niños asustados) que Perrault está tratando de exorcizar la figura de Barba Azul ante sus niños y, al mismo tiempo, tratar de dejar una enseñanza. ¿Por qué la enseñanza? Bueno, pensemos que era el Siglo de las Luces, el clasicismo, el "enseñar divirtiendo"... era toda una época. Y, al mismo tiempo, al recontar para sus hijos, logra que su versión alcance un sentido muy diferente. De manera consciente o no, estaba creando un mito con un significado profundo que creo haber comentado con ustedes en el pasado, pero que deseo retomar.

Para quien no lo conozca, narro brevemente el cuento:
En la versión de Perrault, Barba Azul no es un violador de adolescentes, sino un rico aristócrata. Aterroriza a las mujeres por el color azul de su barba. El autor nos advierte que había tenido varias mujeres y nadie sabía qué había pasado con ellas, por cierto, pero mucho más énfasis en las inmensas riquezas de Barba Azul. Una vecina de él tiene dos hijas y dos hijos. Pide la mano de alguna, y nadie se decide. Barba Azul hace una fiesta. Cuando las chicas ven sus riquezas, pierden el miedo. La menor incluso ya no le ve la barba tan azul. Al cabo de un mes, se casan. Barba Azul tiene unos negocios por los que debe ausentarse: dice a su esposa que invite a sus amigas a acompañarla. Le entrega todas las llaves de la casa, indicándole para qué sirve cada una. Entre todas hay una, pequeña, que que abre el gabinete al fondo de la galería. Puede recorrer toda la casa, puede abrir todas las puertas, excepto esa. Se lo prohíbe, ella da su palabra de no usar su llavecita y se despiden. En cuanto él se va empieza la fiesta: todas las amistades están con la boca abierta y muertas de envidia de la casa de la jovencita. Ella ni siquiera disfruta de la envidia de sus amigas, porque ya no aguanta la hora de ir al gabinete de su marido. Total, que abandona la fiesta, abre la puerta con mano temblorosa, en la oscuridad no ve nada, hasta que sus ojos se acostumbran y entonces ve que el piso está cubierto de sangre que está y no está coagulada; que en dicha sangre se reflejan los cuerpos de varias mujeres muertas y atadas a las murallas: son las esposas anteriores de Barba Azul. Con los nervios se le cae la llavecita, la busca en la oscuridad (esto podría darle un poco de suspense a la historia, pero el autor no explota el detalle). Lo cierto es que la llave se mancha de esa sangre y, por más que la limpie, la sangre vuelve a aparecer.

Barba Azul regresa inesperadamente de su viaje y pide las llaves de regreso. Las manos de la esposa tiemblan tanto que se da cuenta de lo que sucedió. Le dice que tiene que matarla, como a las demás. Entonces viene una escena de suspenso, para mi gusto muy mal lograda, pero quién sabe: yo no conocí el cuento de niño: tal vez con los niños sí les dará miedo: la esposa pide medio cuarto de hora para orar, avisa a su hermana, la hermana busca a los hermanos, Barba Azul mide el tiempo y los hermanos están que llegan y no llegan, pero al final sí, arriban providencialmente, atraviesan a Barba Azul con sus espadas y entonces la esposa, como única heredera, derrocha la herencia en bendecir a su familia y en "encontrar a un esposo muy correcto que la hizo olvidar los malos ratos pasados con Barba Azul". Fin del relato.

Ahora, no que yo me quiera poner como abogado del diablo pero, ¿cuáles malos ratos? ¿De qué están hablando? Dentro del texto no hay tales malos ratos, a menos que hagamos de singulares, plurales. La esposa se casó por interés, la madre la casó por interés. ¿Merecía Barba Azul esa muerte? Si lo miras como una proyección del personaje real, sí. Pero si miras todo dentro del mundo de la ficción, el personaje más bien aparece como un cuate medio tonto que buscó su propia muerte.

Sí, apenas ahora entramos al punto que yo quiero tocar. ¿Cuál es la moraleja de esta historia? Desde la perspectiva del autor, son dos las moralejas: 1. Que la curiosidad es perversa: nunca te va a dar una verdadera satisfacción (señoras, dejen el pasado de sus esposos en paz, o sólo encontrarás tu propia destrucción, o la de tu matrimonio: lo que sea más débil). 2. Que en realidad las cosas no son así. Dice Perrault que si miras bien, en realidad no hay esposos así de intransigentes, que no hay explotación de las mujeres, que en realidad en todo matrimonio en buena medida quien manda es la mujer o ambos, nunca el hombre. Vaya, que quien aboga por la igualdad de géneros y cosas así no se ha dado cuenta que desde hace muchos siglos, bajita la mano, quien tiene la sartén por el mango es la mujer (y si no, pregúntenle a Barba Azul).

Salvo que, ¿en realidad es esa la moraleja de la historia? Ambas cosas son ciertas, pero no emanan intrínsecamente del relato, ¿no? ¿Qué enseñanza nos viene del relato? Creo que la principal es esta: si estás en el papel de Barba Azul y tienes algo que esconder de tu pasado, deshazte de ello, no lo guardes. Si estás en el papel de la esposa: Fíjate bien con quién te casas: todos tenemos un pasado. Si te casaste con cualquier motivación que no sea amor, tu relación va a fracasar. Cásate, entonces, cuando estés tan enamorado, que estés dispuesto a perdonarlo todo. Algún día entrarás en el pasado o en la psique de tu pareja, y allí es donde se pondrá a prueba la calidad de tu relación. Yo no sé si tú estarás de acuerdo en esto conmigo o no, pero pensemos en este detalle por un momento:

Barba Azul tiene cosas en un pequeño lugar de su casa. Cadáveres que siguen sangrando, pese a haber muerto hace mucho tiempo (ese es, me parece, el mejor acierto del relato): todos somos Barba Azul. Todos tenemos heridas que no cierran, a veces olvidamos, pero luego recordamos, y sangramos de nuevo, y volvemos a sufrir y a pagar por cosas que ya debían haber quedado muy atrás.

Todos podríamos dejar guardadas las cosas así y ya, pero todos terminamos por entregar esa llave, pidiendo que no abran esa puerta, pero de alguna manera esperando que sea abierta. ¿Por qué Barba Azul mata, una a una a sus esposas? Porque a todas dio la llave, y ninguna supo qué hacer con ella. Todo Barba Azul espera que la esposa vea el cuarto y no tiemble ni acuse, sino que sane esas heridas, elimine esos cadáveres, limpie ese lugar.

Todos somos la esposa de Barba Azul. Todos alguna vez entramos en ese cámara especial, ese lugar virgen del corazón del ser amado, ese lugar sagrado, íntimo, untouched by evil, dice el poema de Javier Padilla. La pregunta es: ¿Qué vas a hacer cuando entres en su corazón? ¿Vas a gritar llamando auxilio? ¿O vas a sanar a tu pareja? ¿Vas a matar a Barba Azul? ¿Vas a buscar tu propia destrucción? ¿O vas a buscar comprender y curar?

Al final de esta historia sólo quedan esas preguntas: ¿Qué vas a hacer con tu pasado? ¿Qué vas a hacer cuando el ser amado te muestre su pasado? Que seas más sabio que la esposa de Barba Azul:





Óscar Pech Lara
 
"In the faces of men and women I see God"
Walt Whitman, from Leaves of Grass

Comentarios

WAYKA ha dicho que…
Exelente. En el momento justo.
Anónimo ha dicho que…
Excelente análisis del cuento. En un primer momento aborde la reflexión de la historia pensando el el interés que motiva a la joven a casarse y pensando en que el personaje de barba azul no era el "malo" del cuento, pero también considere una perspectiva machista en donde a una mujer se le dice no hagas esto porque no debes y ella debe ignorar lo que ocurre a su alrededor por obediencia a los mandatos de su esposo sin poder preguntar por qué. Tu análisis a enriquecido y abierto mi mente aun más. La interpretación de las metáforas son muy buenas. Gracias!