La aburridora de nuevo: abrir una puerta donde no hay ninguna

Buenas noches, amigos y familiares.

Las últimas tres semanas han sido, acaso, las más largas de mi vida. Primero la noticia, absolutamente inesperada, de que me quedaba sin trabajo y, después, cada día una batallar continuo tocando puertas. Ver, de manera impresionante, a amigos ayudándolo a uno, ya con un contacto, ya con oraciones, ya con palabras de aliento. Yo agradezco muchísimo a todos ustedes que me señalaron una puerta, aunque ésta no se haya abierto, o fuera la puerta equivocada, o no se abriera lo suficiente como para poder entrar. Lo agradezco mucho, porque es sólo eso, una muestra de que “en todo tiempo ama el amigo, y el hermano nace para el tiempo de angustia” (Proverbios 17:7). Muchas gracias a todos ustedes, por su amor y apoyo en estos momentos difíciles. De hecho, limosnero y con garrote, yo obraba con una suerte de prerrogativa: buscaba trabajo en función de no movernos de Chihuahua. Y más todavía: no movernos de Colonia Juárez: buscar trabajo desde aquí, desde la casa. Buscar dar clases en línea, esa era la idea.

Y cuando te das cuenta ya pasó una semana, dos semanas, hoy martes se cumplen tres, de un trabajo constante, agotador, a veces sumamente frustrante. Entonces sucede algo curioso: conforme las opciones se hacían menos, menos, menos, la mente se vuelve contra ti mismo. Más de uno me dijo: “vive tu duelo”. Pero más que vivir el duelo, se trataba, creo, de seguir hacia adelante tan rápido como se pudiera: tengo muchos amigos míos que a mi edad (¡algunos incluso mucho más jóvenes!) se quedaron sin trabajo y tardaron meses, algunos hasta 5 años, sin encontrar empleo. Quien lo ha vivido sabe a lo que me refiero: una parte fundamental del esquema mental de uno como hombre es que siente que puede fallar en muchas cosas. Es más, no te importa fallar en muchas cosas como esposo o padre, pero de manera definitiva sientes que no puedes fallar en ser un proveedor. Es el corazón de tu autoestima: cada día que pasa sin que aportes algo, aunque no tengas deudas, aunque tengas un guardadito en el banco, sientes cada vez más que no vales nada. Tontamente, si quieres, porque finalmente ese guardadito en el banco lo hiciste tú, ¿correcto? Pero no puedes dejar de sentirte escoria ante tu esposa e hijos.

Total, que aparte de ese engaño siguen otros: hay demonios personales que se desatan. Imagino que cada persona es diferente en ese sentido: habrá quien la tome contra su propia familia, o contra su ex jefe, contra la vida, Dios, o, en mi caso, contra mí mismo. Fue muy difícil vencerme en ese sentido: noche tras noche de insomnio sentado en la alfombra, siendo parte de un juicio en donde yo era fiscal y acusado, tratando conscientemente de que hubiera un defensor, pero finalmente el peor enemigo casi siempre es uno mismo, ¿no es así? Los modelos mentales que nos llevan a cualquiera de ambos extremos, tan malo el uno como el otro: la autodestrucción o la autocomplacencia, en mi caso lo primero cada noche sin dormir libraba una singular batalla contra mí mismo. Creo sinceramente que ese es el peor estado de la mente: cuando la toma contra uno mismo de una manera autodestructiva, orando con mucha devoción, pero sintiendo que las puertas del cielo son de bronce y están cerradas por dentro. No que uno se sienta el profeta Enós, pero imagino que todos alguna vez hemos pasado por eso: orar por horas y horas, hasta que uno logra hacer contacto con el Cielo. Hasta que uno es recibido en la presencia del Padre, sintiendo que te escucha, y que vive. Que es un Padre amoroso pero, sobre todo, hasta que sientes que te ama, que estás en la correcta relación con Él.

Entonces, como sucede, como sucedió con Moisés, que puedes hablar con Él, como habla cualquiera a su compañero, y yo le decía, como Pedro: “yo de mí mismo soy nada. No puedo caminar sobre las aguas, pero si eres tú quien me lo pide, dame la orden, y puedo caminar sobre las aguas” (sí, ya sé que Pedro no dijo eso, pero sé que eso es lo quería decir cuando dijo: “Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas” (Mateo 14:28). Y también le decía: “Señor, tú lo puedes todo: puedes hacer que las puertas se abran, o incluso puedes hacer que se abra una  puerta en donde no hay ninguna”. Nosotros por nueve años no pudimos tener hijos. Nuestros dos hijos, ya alguna vez les he contado la historia, son dos milagros. Cuando nacieron los consagramos al Señor. Ustedes que me han tratado de cerca y saben cómo hemos educado a nuestros niños lo saben: todo lo que hacemos, cada quien por su cuenta, lo hacemos sólo buscando que nuestros hijos no lleguen a ser en lo futuro ricos, o poderosos, sino sólo para que lleguen a ser buenos siervos del Señor, que hagan que Su obra se desarrolle sobre la tierra. Y en ese hablar con el Señor, le decía que volvía a consagrar a mis hijos ante Él, no a manera de chantaje, sino pensando en la promesa de D. y C. 82:10: “Yo el Señor estoy obligado cuando hacéis lo que os digo, mas cuando no hacéis lo que os digo, ninguna promesa tenéis”. Lo cual no quiere decir que si haces lo bueno te va a ir bien, y cuando haces lo malo te va a ir mal, no: sino que cuando haces lo bueno, todo lo que te pase SABES que será la voluntad del Señor, vaya, uno puede decidir que va a vivir esta vida sin Dios, y es tu decisión. Puedes decidir que vas a vivir una vida buena, o una vida entregada a la autogratificación, sin Dios, pero cuando decides que vas a entregarte al Señor, sabes que todo lo que te suceda no es casualidad, que vas a ver Su voluntad en tu vida, aunque a veces eso implique que tu pida se parezca mucho a la de Job, que sufrió lo que sufrió aunque era perfecto y al final de la película le fue bien, aunque en medio simplemente no la veía venir.

No te quiero aburrir con todo lo que dije en todas mis noches de insomnio, pero escribo esto por si te sirve, porque sé que esto podría servirle a alguien que tú conozcas y que esté sin empleo; acaso esto pueda ayudarle: Orar hasta lograr hacer contacto. Confiar en que Él puede abrir puertas donde simplemente no hay ninguna.

Entonces llega el amanecer, y una vez más abro el correo para ver si hay algo nuevo. Y nada, por primera vez en las últimas tres semanas, todas las puertas están cerradas. Y uno puede hacer lo que sea, menos mostrarse débil frente a la familia. Uno debe mostrar entusiasmo, porque ellos mismos están bastante preocupados.  Hacer las cosas propias del día, y al medio día, dos noticias excelentes: nada es seguro hasta que uno no firme, de acuerdo, pero todo parece indicar que al fin ya tengo dos empleos seguros. Por supuesto, tomaré los dos: en este país uno no puede sobrevivir con un salario, pero sí con dos.

Me siento pleno, feliz. En uno de los trabajos tengo que hablar y escribir todo el tiempo en inglés, lo cual va a ser que las cosas sean muy complicadas al principio, pero hoy me siento con la capacidad. Y lo mejor: ambos son sin que tenga que salir de casa: todo vía Internet. Así que después de un fin de semana de veras muy amargo, todo parece que va muy bien.

Sólo quería compartir eso, amigos y familiares: las cosas, finalmente, van bien para mi familia. Y, con la esperanza de que estas palabras sirvan a alguien en circunstancias semejantes, les deseo que también vayan muy bien para ustedes:

Óscar Pech Lara
 
"In the faces of men and women I see God"
Walt Whitman, from Leaves of Grass

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Hola, hace tiempo que no entraba al blog. Me da gusto leer que las oportunidades son tangibles ahora y que estan ya dentro de tu hogar. Al leer no solo comprendo sino en algun momento he llegado a experimentar cada uno de los sentimientos que describes y me senti identificada, gracias a Dios las cosas se acomodan poco a poco, a veces mas pronto que otras, lo importantes es visualizar que llegaran y asi sera. Felicidades por los dos nuevos trabajos. Un abrazo. Gabby Ramirez