La pesada aburridora de nuevo (ligereza y pesadez)

Si entiendo bien, hoy día hay al menos dos universos: uno hecho de átomos, otro hecho de bits. Y el mundo de bits, el mundo del ciberespacio, cada vez le roba más tiempo al de átomos. Le llaman realidad virtual porque gastas allí tu tiempo, pero nunca estás allí. No hay un allí. Y amistades, romances, transacciones, bibliotecas, información, así como casi todo lo que quieras del mundo de átomos es conseguible por medio del mundo que no tiene peso, que son meros pulsos eléctricos, ese cuya realidad existe en el tiempo, pero no en el espacio.

El otro mundo en teoría está lleno de hechos, de vida, de actividad nerviosa, de cosas que tienen energía per sé y, sin embargo, cuando los escritores del realismo trataron de describirlo, nos descubrieron su opacidad, su pesadez, su inercia, y quien trata de describirlo con palabras o con pinceles, se contamina de esas cualidades. No conozco a nadie que describa la realidad minuciosamente y que no termine pintando objetos muertos (unos pocos afortunados como Monet, por ejemplo, descubrieron que había que pintar luces, no objetos): El mundo de átomos tiende a petrificarse, a hacerse lento, a descomponerse, a morir. Se resiste a ser descrito... la mejor comparación que tengo para describirlo es un conocimiento falso: Fuimos a la playa y conocí el coral. Alguien me dijo que el coral eran plantas marinas que en el agua eran suaves y que sólo cuando entraban en contacto con el aire se hacían rasposas como lija, quebradizas y ásperas. Y yo me imaginaba eso: hojas que eran como lechugas y que al contacto con el aire se volvían duras, duras. Ahora sé que esto no es así. Que son las formaciones calcáreas de animales marinos, pero se me ocurre que algo así es la realidad: el poeta inexperto escribe algo que cree muy hermoso. Lo guarda en el cajón, lo saca a los tres días y el texto ha perdido frescura. Ha perdido espontaneidad, se volvió cursi. Improvisando, se me ocurren los siguientes versos, malos si quieres, pero que dicen más o menos lo que quiero decir (y la idea es la misma: los pensamientos son ligeros, pero cuando los encierras en palabras se vuelven pesados, densos, pierden su gracia o su ligereza):

El polvo ligero vuela en el viento
pero no de manera indefinida:
poco a poco su inmensurable
pero infalible peso lo derriba.
Capa a capa el tiempo la acumula
plétora de muerte, inadvertida.

Incluso lo que es leve, al retratarlo, adquiere peso. De repente uno ve una fotografía de un pájaro y, si está parado, adquiere un volumen que lo contamina de peso. Si está volando y la imagen del obturador lo congela en el aire, se vuelve un objeto antinatural, denso, que da la impresión de que no debería o no podría estar flotando en el aire.

Ahora parece que me voy a salir del tema: Yo no creo en el zodiaco, pero sé que hay cosas en él que son correctas. Vaya: no creo que las estrellas dirijan el destino de uno, de hecho no creo en el destino, pero sí creo que es cierto que existe una manera de ser en los acuario, los cáncer, los géminis o en los libra, como un servidor. Como si cada espíritu que tiene una manera de ser antes de nacer, fuera ordenado para nacer en determinadas fechas. Y esas maneras de ser llevaron a los antiguos a formular clasificaciones llamadas triplicidades. Explico un poco esto. Es complejísimo, pero voy a lo más superficial, para no salirme mucho del tema y regresar a lo que yo quiero mencionar: Las triplicidades son, en buena medida, una manera de clasificar. Imagino todos recordamos cuando estábamos en la prepa y aprendíamos de Ptolomeo, quien decía que todo había sido creado de cuatro elementos básicos, en ese orden: fuego, tierra, agua, aire. Luego clasificaron los signos zodiacales por personalidad, en cada una de estos elementos. A fin de hablar de lo que quiero hablar, clasificaré las triplicidades según el peso o ligereza del elemento, de lo más denso, material o corporal, a lo que sería más ligero, más energía pura, algo así. Subrayo lo que me parecieron palabras claves:

Los signos de TierraTauro, Virgo y Capricornio – son propensos a lo práctico y material. Naturalmente cautos, cuidadosos y recatados. A los signos de Tierra les gusta la estabilidad y el trabajo duro para mejorar y consolidar su situación en la vida.

Los signos de agua – Cáncer, Escorpión y Piscis – están gobernados por las emociones fuertes, haciéndolas intensas y sensibles.

Los signos de aire – Géminis, Libra y Acuario- son tradicionalmente los más emocionales de los cuatro grupos. Tienden a valorar la compatibilidad mental con el romance más que la pasión o apariencia. Aman la conversación y discutir sus pensamientos. Imaginar nuevas ideas generalmente es mucho más excitante para ellos que llevarlas a cabo.

Los signos de fuego – Aries, Leo y Sagitario - son asertivos, entusiastas, llenos de energía y creativos. Llenos de vida, cálidos y amorosos, tienen una influencia directa e inmediata en lo que lo rodea.

Vaya, que volviendo a esta idea de lo pesado y lo ligero, parecería que no hay nada de malo en ser muy “pesado” o ser frívolo; que no tiene nada de malo estar muy apegado a las cosas materiales, o ser muy idealista. Todo depende sólo de tu propia naturaleza, ¿correcto? El problema es que independientemente de la propia naturaleza de las personas, están las correintes sociales. Y la corriente social que

Me dice Aarón Espinosa:

Los chicos de hoy (o de antes, ya no lo sé, estoy fuera…) dicen, de manera algo despectiva, que alguien es “muy clavado" cuando toma muy en serio algo, o piensa demasiado, o busca  más profundidad (uno se “clava” con una chica, una religión, unos estudios), lo cual está mal, porque a mayor fondo, mayores tristezas y desilusiones nos aguardan, de ahí la palabra de nuestro tiempo: depresión.  

Se prefiere la evasión y la superficialidad por divertida, desechable y, en apariencia, inocua. Nada más terrible que intentar la verdad. Es de lo que más huimos, a nadie le interesa, es espantosa, cansada, y la verdad sobre uno mismo es la más terrible de todas.

No necesitamos una crítica para sobrevivir: precisamos egos hinchados, intolerancia, irreflexión. Necesitamos viajar toda la vida, coleccionar fotografías, amantes, idiomas, y al final, regresar con nuestro grupo para que nos reafirmen y nos amen por lo que somos.
Parafraseando al Predicador: Todo es evasión. ¿Será que asomarse al abismo de la vida interior está inevitablemente relacionado con el dolor?

Luego entonces, vivimos en una época en que todo tiende a aligerarse, pero con una liegereza diferente de la que yo hablaba al principio: no de la ligereza que nos libera de lo pesado u opresivo de la vida, sino de una evasión de cualquier cosa que pueda resultar dolorosa o simplemente incómoda: evadir la responsabilidad, por ejemplo. Lo ligero, entonces, no por fuerza es lo que te eleva o salva, ni lo pesado por fuerza es lo que te hunde o deprime


Hace mucho conocí una teoría o modelo educativo que tenía que ver con enseñar a los niños según su personalidad (más informes en http://www.theslideprojector.com/pdffiles/learnertypes.pdf, vale la pena asomarse por allí). Me imagino que para más de uno es, como en mi caso, 50% verde y 50% azul, pero en mi trabajo soy casi 100% dorado y me olvido de lo vede y de lo azul. Vaya, que uno de alguna manera es como un camaleón: uno puede ser lo que se necesite ser. Y creo que en estos tiempos, en donde el mundo es opresivo y difícil, pero al mismo tiempo es frívolo y vano, uno debe de manera consciente buscar adquirir peso cuando sea necesario, y ser ligero cuando las cosas se vuelvan opresivas. Así, yo escojo ser pesado (no ser un pesado, sino hacer que las cosas adquieran densidad) cuando el tema es religión, por ejemplo, porque para mí eso es fundamental; porque eso no puede tomarse a la ligera. Y, aunque en mi naturaleza (vuelvo a la clasificación de las triplicidades) es de fuego: energético y ligero, creo que es necesario ser pesado por voluntad y por convicción.

Sé que lo que dije arriba puede sonar demasiado tajante: “es necesario”, pero finalmente pienso en esto: Un artista, un deportista, por fuerza ensaya y ensaya, hasta que después de muchísimas horas de pesada disciplina, éstas pesadas horas hacen que su interpretación sea ligera, como si fuera un don natural. Nada o casi nada viene de manera natural sin haber pagado primero un pesado precio por ello. Lo ligero nace de lo pesado. Por lo general quien puede improvisar y hacer que algo aparezco como muy ligero, es porque antes se ha preparado con un largo y denso ejercicio, y como ejemplo pongo este bello videoclip, un clásico donde no sé hasta qué grado improvisaban los Marx, pero seguro que tras de eso hubo un entrenamiento de veras pesado, acaso porque el ejercicio de cualquier disciplina nos fortalece, y ello hace que las cosas nos sean menos pesadas.

Que en tu vida puedas establecer el justo medio entre el ejercicio de lo pesado y lo ligero, para que logres hacer ligera la vida de los demás:

Óscar Pech
 
"In the faces of men and women I see God"
Walt Whitman, from Leaves of Grass

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