Prólogo a mi glosa del libro de Isaías


Antes de hablar propiamente de los escritos de Isaías, vale la pena hacernos la pregunta: ¿quién era Isaías? Según la tradición judía, Isaías era de descendencia real. Y sí: sus escritos muestran un nivel cultural propio de alguien de la nobleza. No solo era un hombre letrado, sino que buena parte de sus escritos están en prosa, y parte en verso. Es un autor con un nivel cultural que no tuvieron otros profetas, como Oseas, quien literalmente dejó el arado para cumplir su llamamiento como profeta. De hecho, en The International Standard Bible Encyclopedia [Enciclopedia bíblica internacional] se lee: “Isaías no tenía superior ni rival en términos de versatilidad expresiva y genialidad de imaginación. Su estilo marca la cúspide de la literatura Hebrea” (“Isaías”, vol. II, p. 885). Su versado manejo de epigramas, metáforas, expresiones interrogativas, diálogos, hipérboles y parábolas “posiciona el libro de Isaías como la obra más brillante de la literatura Hebrea” (ibídem).
Así que, dejando de lado su labor como profeta, y hablando solo de su estilo al expresarse, los expertos indican que nadie, en toda la historia del pueblo hebreo, tuvo el nivel de Isaías. Ahora, en cuanto a su nivel social, insisto: los eruditos señalan que probablemente era primo del rey Uzías, lo cual le permitía el tener acceso o contacto con los reyes de Judá.
Como todos sabemos, los apellidos indican quién es nuestro padre. Hernández significa “hijo de Hernando”. González, “hijo de Gonzalo”, e Isaías se llamaba “Isaías hijo de Amoz”. No hay un solo profeta más citado, y no sólo en el ámbito de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, sino entre el pueblo hebreo, o dentro del mundo cristiano. Por lo general sus escritos son considerados como los más importantes de los escritos de los profetas. Isaías fue contemporáneo de Amós, Oseas y Miqueas. Él inicio su ministerio en el 740 a.C., el año en el que el rey usías murió (Véase Isaías 6:1) y, según una tradición judía sin mucho fundamento histórico, murió aserruchado a la mitad durante el reinado del rey Manasés (cfr. Hebreos 11:37). Isaías se casó y tuvo dos hijos, cuyos nombres eran proféticos Sear-Jasub (7:3) y Maher-Shalal-Hash-Baz (8:3) (ese era su nivel, vaya; a ese grado era dedicado a la obra). Es muy probable que haya vivido en Jerusalén, disfrutando de una vida cómoda, como consejero del rey Ezequías (véase 37:1-2). Se dice que incluso fungió como historiador y escribió una historia del reino del rey Usías (véase 2 Crónicas 26:22).
Yo me imagino que lo has notado: hay cada vez más eruditos en la Biblia, que en realidad no creen en la Biblia, o buscan la fama poniéndole pero a la misma. Bueno, pues ahora está de moda decir que Isaías no existió o que en todo caso, su libro lo escribieron entre varios autores. A esto se pueden responder varias cosas: por una parte, en su libro solo se le menciona a él como autor (véase 1:1; 2:1; 13:1). Pero no solo eso: hay un factor innegable: la fraseología, que es como la huella digital del escritor y que es casi casi una prueba irrefutable. Por ejemplo, en todo el libro se utiliza la expresión “el Santo de Israel”, como un título de Dios, el cual aparece 12 veces en los capítulos 1 – 39 (lo que según esta corriente correspondería al primer autor), y 14 veces en los capítulos 40 – 66 (lo que correspondería al segundo autor). Es decir: lo cual es una prueba de que todo el libro tiene un solo autor. Vale la pena hacer la acotación que esta frase: “El Santo de Israel”, en el resto del Antiguo Testamento aparece solo otras seis veces. Hay otras muchas pruebas de que todo el libro lo escribió solo Isaías, pero creo que hablar de ello es perdernos en senderos donde todavía corre mucha tinta, por lo que creo que no vale la pena hablar de ello.
Por otra parte, en la Guía para el estudio de las escrituras (GEE, en adelante) leemos lo siguiente, bajo la entrada “Isaías” (y, entre corchetes, mis comentarios):
“Profeta del Antiguo Testamento que profetizó desde 740 hasta 701 a.C. [Es decir, que le tocó predicar cuando ya se habían dividido los reinos de Israel y de Judá. Para ese entonces todavía no habían sido llevado al cautiverio ninguno de los dos reinos, pero a pesar de que ambos pertenecían a la casa de Israel, se odiaban a muerte y había frecuentes guerras entre Israel y Judá. Isaías] Ejerció una gran influencia religiosa y política durante el reinado de Ezequías, de quien fue el consejero principal [es decir, que Isaías era del reino del sur, de Judá].
“Jesús citó a Isaías con mayor frecuencia que a cualquier otro profeta. En el Nuevo Testamento, también lo citan con frecuencia Pedro, Juan y Pablo. En el Libro de Mormón y en Doctrina y Convenios se citan más las palabras de Isaías que las de cualquier otro profeta y brindan mucha ayuda para interpretar sus pasajes. Nefi empleó sus escritos para enseñar a su pueblo (2 Ne. 12–24; Isa. 2–14). El Señor dijo a los nefitas que ‘grandes son las palabras de Isaías’, y que todas las cosas que este habló se cumplirían (3 Ne. 23:1–3)”.
Para finalizar esta introducción, permíteme hacerte algunas preguntas en las que creo que vale reflexionar: ¿Por qué se le cita a Isaías más que a ningún otro profeta en el Antiguo y el Nuevo Testamentos? Porque testifica de Cristo con gran poder: porque sus profecías apuntan al ministerio terrenal del Salvador.
Y entonces, ¿Por qué se le dedica tanto espacio en D. y C.? Porque sus profecías se cumplen varias veces: tanto en sus días, como en los días del Mesías, como en nuestros días. Isaías es fundamental para nosotros, porque tiene profecías que tienen que ver con nosotros, nuestros hijos, y nuestros nietos.
Entonces, aparte de que testifica de Cristo y profetiza acerca de los últimos días, ¿Por qué se le cita tanto en el Libro de Mormón? Porque Isaías habla mucho del papel privilegiado que tendrían los lamanitas en los últimos días.
Déjame regresar a algo que dije en uno de los corchetes, arriba: Isaías vivió en el reino del sur. No sabemos de qué tribu era. Ese dato sería de gran valor para nosotros pero: ¿Por qué estaban sus escritos no solo en el Antiguo Testamento, sino también en las planchas de bronce que descienden por linaje de José a Labán? Lo que sigue es mera especulación, pero es una idea que no deja de rondar mi mente. ¿Era Isaías ascendiente de Lehi? Si sí es así, eso me hace mucho sentido: eso explica por qué ese interés en hablar —como veremos más adelante— acerca del futuro de los lamanitas.
Y bien, con esta introducción, iniciemos con la glosa o exégesis del libro de Isaías.



Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Muy bueno el prólogo, me gusta la historia de este personaje clave en la doctrina cristiana. Cuando era joven no entendía nada de este libro, de hecho mis lecturas eran ciegas y forzadas, pero al pasar muchos años de pruebas, de ayunos y mucha oración y asistencia al templo eh logrado comprender un 10% de estos pasajes y es para mi muy emocionante poder leer este trabajo tuyo. Nunca he leído que alguien hable de este libro, así que estaré orando para que no desista y continúe con esta gran obra. Animo Oscar Pech no flaquees ni desmayes porque se que todo lo que te aqueja pasará y serás aún más grandemente bendecido.
Gracias por esto que estas escribiendo.