La ideología: esa mano que mece todas las cunas

La semana pasada publiqué esto en Facebook. Lo publico de nuevo aquí, para que se entienda lo que publicaré en un momento:

Hace tiempo tuve el honor de pertenecer a una página, Albedrío Político. Escribir ahí fue un honor enorme. Enorme. Y me duele escribir en pasado. De verdad me duele mucho.
Pero bueno: Ahí, en una entrada, escribí lo siguiente:

“¿Qué es la ideología? Es un sistema de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, una colectividad o una época; es una estructura que sirve de filtro para percibir e interpretar la realidad que nos rodea. Muchas cosas (ideas, prácticas, maneras de vestirse o de relacionarse, etc.), pueden no ser buenas ni malas, pero lo son para quien posee determinada estructura mental.

“El punto es que la ideología no solo implica pensamientos, sino que justifica actos y lleva a obrar de tal o cual manera y, por lo mismo, tiende a conservar o a transformar el sistema social, económico, político o cultural existente.

“…El problema de la ideología es que cuenta con dos características principales: por una parte se trata de una representación de la realidad y, al mismo tiempo, presenta un programa político. Es decir que elabora un plan de acción para acercarse a lo que considera como la realidad ideal, y justifica cualquier acción a través de dicho sistema de ideas”.

Hitler, Stalin, el Borolas, hicieron lo que hicieron creyendo que estaban haciendo lo correcto. El punto es ese: “creyendo que…”, y ese es el aporte de la ideología a nuestra vida. Casi todo lo que hacemos tiene detrás un soporte ideológico. La forma que toma el tubo de la pasta de dientes, sin ir más lejos. Por algo existe la semiótica o la semiología, porque cada acto puede tener una lectura, un sentido, una interpretación.

Por eso soy tan, tan cuidadoso cuando registro detalles en mi mente. Porque eso me ayuda a leer la realidad.
La imagen puede contener: 1 persona

Comentarios