Los lamanitas, el establecimiento de Sion, las señales de la Segunda venida

Estoy leyendo muy detenidamente D. y C. Siempre uno relee un libro, se vuelve diferente por causa de las circunstancias por las que uno atraviesa Leo en la sección 84:

 

96 Porque yo, el Omnipotente, he puesto mis manos sobre las naciones para azotarlas por sus iniquidades.

97 Y se derramarán plagas, y no serán quitadas de la tierra hasta que haya cumplido mi obra, la cual se ha de acortar en justicia,

98 hasta que me conozcan todos los que quedaren, desde el menor hasta el mayor, y sean llenos del conocimiento del Señor, y vean ojo a ojo, y alcen sus voces, y al unísono canten este nuevo cántico, diciendo:

Me impresionó muchísimo esto: esto del Covid-19 no es sino el principio. Imagino que tenemos que acostumbrarnos: seguirá otra plaga, y otra, y otra más, hasta que se arrepientan los que vayan a arrepentirse, hasta que la tierra se polarice y solo queden las personas muy, muy buenas, o las muy, muy malas: los que de plano sean impenitentes.

Pero bueno, al final se habla de un cántico. La música no está compuesta todavía, pero la letra es la que sigue:

 

99 El Señor de nuevo ha traído a Sion;

el Señor ha redimido a su pueblo, Israel,

conforme a la elección de gracia,

la cual se llevó a cabo por la fe

y el convenio de sus padres.

 

100 El Señor ha redimido a su pueblo,

y Satanás está atado, y el tiempo ha dejado de ser.

El Señor ha reunido en una todas las cosas.

El Señor ha bajado a Sion desde lo alto.

Ha hecho subir a Sion desde abajo.

 

101 La tierra ha estado de parto y ha dado a luz su fuerza;

y la verdad está establecida en sus entrañas;

y los cielos le han sonreído;

y está revestida con la gloria de su Dios,

porque él está en medio de su pueblo.

 

102 Gloria y honra, y poder y fortaleza,

sean atribuidos a nuestro Dios;

porque en él abundan la misericordia,

la justicia, gracia, verdad y paz,

para siempre jamás. Amén.

Los primeros dos versículos son clave para entender de qué se trata este himno. Los cito de nuevo:

El Señor de nuevo ha traído a Sion;

el Señor ha redimido a su pueblo, Israel,

El tema es la ciudad de Sión, pero va a hablar de la misma desde la perspectiva del pueblo del Señor, i.e., cuando el Señor dice “Israel”, no se refiere a Jacob, es decir, no se refiere a los que son de la descendencia literal de Abraham, sino de los que han hecho convenios con el Padre, sean o no descendientes biológicos de Abraham, esto es, está hablando de los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días.

Cuando habla de la manera en que fueron elegidos, se refiere a la preordenación, tal como está explicado en el capítulo 13 de Alma.

Luego, en el v. 100 habla de Sion

El Señor ha bajado a Sion desde lo alto.

Ha hecho subir a Sion desde abajo.

 

El primer verso se refiere a la Sion celestial, la ciudad de Enoc, que va a bajar del cielo para unirse a la segunda Sion, la que construiremos aquí con esfuerzo el pueblo lamanita; la que “haremos subir desde abajo”; desde los cimientos. ¿Y cómo es eso? ¿De qué manera se logrará esto? En buena medida, la labor se realizará gracias al proselitismo; gracias a todas las cosas buenas que trae a nuestra vida la simple lectura del Libro de Mormón.

 

101 La tierra ha estado de parto y ha dado a luz su fuerza;

y la verdad está establecida en sus entrañas;

y los cielos le han sonreído;

y está revestida con la gloria de su Dios,

porque él está en medio de su pueblo.

 

Sí, sé que la metáfora no es clara, pero la idea de que la verdad está establecida en las entrañas de la tierra se refiere a eso, al surgimiento (literalmente de las entrañas de la tierra) del Libro de Mormón, y después de que “los cielos le han sonreído” a la tierra, o a la Iglesia, o a nosotros. Vale decir, se refiere a la restauración de las llaves del sacerdocio: los Cielos nos han mirado con misericordia y beneplácito y nos han dado de Su maravillosa gracia: esas dos cosas son las que harán que el pueblo de Dios esté revestido de gloria en su momento. Eso es lo que hará que el Señor habite en medio de Su pueblo.

 

El resto del himno es una alabanza al Salvador, a quien se le reconocen sus atributos de Dios, ya sin ninguna metáfora que explicar:

 

102 Gloria y honra, y poder y fortaleza,

sean atribuidos a nuestro Dios;

porque en él abundan la misericordia,

la justicia, gracia, verdad y paz,

para siempre jamás. Amén.

Ahora, este mismo hecho (el glorioso establecimiento de Sion entre el pueblo de Dios) se encuentra registrado en al menos dos partes más de las Escrituras. La primera (la más antigua) está en el capítulo 7 de Moisés. Ahí se registra lo mismo que en estos versículos que cité arriba, pero desde otra perspectiva, ya no la de la Iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días, sino la perspectiva de la Sion de Enoc, porque en dicho capítulo el Mesías premortal habla con Enoc y le dice:

60 Y el Señor dijo a Enoc: Vivo yo que vendré en los últimos días, en los días de iniquidad y venganza, para cumplir el juramento que te hice concerniente a los hijos de Noé;

61 y llegará el día en que descansará la tierra, pero antes de ese día se obscurecerán los cielos, y un manto de tinieblas cubrirá la tierra; y temblarán los cielos así como la tierra; y habrá grandes tribulaciones entre los hijos de los hombres, mas preservaré a mi pueblo;

Me llama poderosamente el hecho de que se diga lo mismo: antes del grande (y terrible) día de Jehová, viviremos días aciagos, cierto, pero se repite lo ya dicho: el Salvador velará por la gente buena de la tierra. Sí, si queremos sobrevivir a esta y a todas las pandemias que siguen, tenemos que arrepentirnos. Y entonces, lo que en el bloque de Escrituras pasado era un cántico, por componerse, aquí es una profecía:

62 y justicia enviaré desde los cielos; y la verdad haré brotar de la tierra para testificar de mi Unigénito, de su resurrección de entre los muertos, sí, y también de la resurrección de todos los hombres; y haré que la justicia y la verdad inunden la tierra como con un diluvio, a fin de recoger a mis escogidos de las cuatro partes de la tierra a un lugar que yo prepararé, una Ciudad Santa, a fin de que mi pueblo ciña sus lomos y espere el tiempo de mi venida; porque allí estará mi tabernáculo, y se llamará Sion, una Nueva Jerusalén.

La justicia que se enviará desde los cielos son las llaves del sacerdocio que serían restauradas en justicia sobre la tierra. La verdad que brotaría de la tierra para testificar de Jesús como el Salvador, el Unigénito del Padre, es el Libro de Mormón. Ello, nos dice la parte final del versículo, es lo que nos habilitará para edificar la ciudad de Sion. Una ciudad de refugio para la gente buena del mundo, miembros y no miembros de la Iglesia, a manera de protección de las terribles circunstancias que les tocará vivir a nuestros hijos y nietos, tal como está registrado en D. y C. 45. Y entonces vienen acontecimientos gloriosos:

63 Y el Señor dijo a Enoc: Entonces tú y toda tu ciudad los recibiréis allí, y los recibiremos en nuestro seno, y ellos nos verán; y nos echaremos sobre su cuello, y ellos sobre el nuestro, y nos besaremos unos a otros;

64 y allí será mi morada, y será Sion, la cual saldrá de todas las creaciones que he hecho; y por el espacio de mil años la tierra descansará.

65 Y aconteció que Enoc vio el día de la venida del Hijo del Hombre, en los últimos días, para morar en rectitud sobre la tierra por el espacio de mil años;

66 pero antes de ese día vio grandes tribulaciones entre los inicuos; y también vio que el mar se agitaba y que desfallecía el corazón de los hombres mientras esperaban con temor los juicios del Dios Todopoderoso que habrían de sobrevenir a los inicuos.

En tanto el Padre está hablando con Enoc, le hace ver estos días gloriosos, pero desde la perspectiva del pueblo de Enoc.

Y sí: sin entrar en muchos detalles, el último versículo nos remite a nuestros días, las cosas terribles que todavía nos tocarán ver antes de que sea la Segunda Venida del Salvador.

El tercer bloque de las Escrituras que nos hablan del surgimiento del Libro de Mormón, la restauración del evangelio, el establecimiento de la ciudad de Sion, como una protección y bendición previo a la Segunda venida del Señor, se encuentra en el Antiguo Testamento. Se trata del Salmo 85. No deja de dibujarse una sonrisa en mis labios: iniciamos con un himno cuya música todavía no se compone, y terminamos con un himno que fue cantado, pero cuya música se perdió. Lo cito todo:

1 Fuiste propicio a tu tierra, oh Jehová;

volviste de la cautividad a Jacob.

Este primer versículo es fundamental. El primer verso habla de la tierra del Salvador. La nota 1ª nos remite a la GEE: Tierra prometida. i.e., el continente americano. El segundo verso nos hace ser todavía mucho más específicos: se refiere al pueblo de Jacob. Es decir, si los versículos de Doctrina y Convenios se referían a Israel (todos los que han hecho convenios sagrados con el Señor en los últimos días, es decir, los miembros de la Iglesia), aquí no hablamos de Israel, sino de Jacob: los descendientes literales de Abraham en los últimos días.

Nota: siempre que en el Antiguo Testamento habla de Jacob en los últimos días, invariablemente se refiere al pueblo lamanita. Sí: todo el glorioso salmo 85 está dedicado al pueblo lamanita en los últimos días. Dicen los siguientes versículos:

2 Perdonaste la iniquidad de tu pueblo;

todos los pecados de ellos cubriste. Selah

3 Quitaste todo tu enojo;

te apartaste del ardor de tu ira.

4 Vuélvenos, oh Dios de nuestra salvación,

y haz cesar tu ira contra nosotros.

 

Y sí: cuando uno ve la historia de los pueblos originarios de este continente, uno ve eso: siglos y siglos de pecados e ignominia en la ignorancia, en los que el Señor ha castigado duramente a los indígenas americanos, y el autor de este salmo (¿antepasado de lehi?), suplica por ese día futuro en el que el señor perdone a todas las naciones de los pueblos de la raza de bronce. Suplica porque se den los medios para que esta raza pueda (v.4) volverse al Señor. Y uno no deja de preguntarse cómo puede darse esto, que este pueblo enorme pueda volverse al Salvador.

 

5 ¿Estarás enojado contra nosotros para siempre?

¿Extenderás tu ira de generación en generación?

6 ¿No volverás a darnos vida,

para que tu pueblo se regocije en ti?

7 Muéstranos, oh Jehová, tu misericordia,

y danos tu salvación.

Lo que vemos aquí es una súplica muy sincera, muy llena de sentimiento, para que el Señor sea propicio a esta tierra y vuelva del cautiverio físico, espiritual, intelectual, económico, en que han estado los pueblos originarios de este continente. Y entonces el salmo entra en su vertiente profética:

8 Escucharé lo que hablará Jehová Dios,

porque hablará paz a su pueblo y a sus santos,

para que no se vuelvan a la insensatez.

9 Ciertamente cercana está su salvación a los que le temen,

para que habite la gloria en nuestra tierra.

 

El Señor salvará al pueblo lamanita, hablará paz a nuestra alma, específicamente (v.8) a aquellos que se vuelvan Su pueblo, y Sus santos: vaya, el florecimiento lamanita se logrará cuando dejemos de ser Jacob y nos volvamos también Israel. Como dice el v. 9, no falta mucho tiempo para que el Señor salve a quienes le teman, y para que esta tierra (la tierra prometida, el continente americano) se vuelva un lugar glorioso. El siguiente versículo explica el cómo, y estas ideas están, de hecho, en los versículos que ya comentamos antes:

10 La misericordia y la verdad se encontraron;

la justicia y la paz se besaron.

11 La verdad brotará de la tierra,

y la justicia mirará desde los cielos.

La verdad brotará de la tierra (el surgimiento del Libro de Mormón) y la justicia, la restauración de las llaves del sacerdocio, vendrán desde los cielos. ¿Qué podemos esperar los lamanitas para nosotros y nuestros descendientes? Creo que los siguientes versículos son claros:

12 Jehová dará también el bien,

y nuestra tierra dará su fruto.

13 La justicia irá delante de él,

y nos pondrá en el camino de sus pasos.

El florecimiento lamanita será de orden económico (v. 12), pero también será un florecimiento espiritual (v. 13). Ciertamente no es algo que vendrá así, solito, del cielo, ni tampoco va a ser algo que se dará solo por nuestro esfuerzo. Es algo que vendrá tanto por la ayuda del padre, como por nuestro esfuerzo como personas y como nación, y todo esto para que los lamanitas podamos ayudar en la edificación de la ciudad de Sion.

 

Tres profecías que hablan de lo mismo: las calamidades de los últimos días, y cómo nos libraremos de ellas al establecerse Sion, gracias a la restauración del evangelio y al surgimiento del Libro de Mormón. Tres textos que nos llenan de esperanza y nos motivan a no bajar el nivel de nuestras normas, sino a seguir esforzándonos: los tiempos del Señor son perfectos, y cada vez falta menos para que veamos ese día glorioso: el del florecimiento lamanita.

 

El pueblo lamanita en el Antiguo Testamento eBook: Lara, Oscar ...

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